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Devenir obra de arte

Devenir obra de arte

  • Año de edición 2023
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La historia moderna es una historia de estetizaciones, y cada estetización plantea una demanda de protección. Estetizamos y queremos proteger casi todo, incluyendo la Tierra, los océanos, la atmósfera, especies raras de animales y plantas exóticas. Los humanos no son la excepción. También se presentan como objetos de contemplación que merecen admiración y cuidado. Durante el siglo XX, artistas e intelectuales lucharon por el derecho soberano de exhibirse en sociedad a su manera: convertirse en obras de arte creadas por ellos mismos. Hoy todo el mundo tiene no solo el derecho, sino también la obligación de practicar el autodiseño. Somos responsables por el modo en que nos mostramos ante los demás, y no podemos deshacernos de esta responsabilidad estética. Sin embargo, sostiene Groys, no somos capaces de controlar nuestra imagen. La producción de nuestros cuerpos públicos es un proceso colectivo que no depende exclusivamente de la propia voluntad. Hacemos libros y obras de arte, diseñamos sitios web y cuentas de Instagram. Junto con ello, se están creando de forma permanente documentos, fotos, videos y copias de correos electrónicos que son extensiones de nuestros cuerpos y constituirán los cadáveres públicos destinados a sucedernos en un más allá material que no se detiene con la muerte. Entre la reflexión sobre las prácticas estéticas contemporáneas y la crítica de Internet, y a través de un ejercicio que contrapone la finitud del tiempo biológico con la temporalidad trascendente de la obra de arte y los mecanismos de inmortalización de la cultura digital, Boris Groys continúa con este volumen redefiniendo la dimensión ontológica de nuestra experiencia cotidiana.

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La historia moderna es una historia de estetizaciones, y cada estetización plantea una demanda de protección. Estetizamos y queremos proteger casi todo, incluyendo la Tierra, los océanos, la atmósfera, especies raras de animales y plantas exóticas. Los humanos no son la excepción. También se presentan como objetos de contemplación que merecen admiración y cuidado. Durante el siglo XX, artistas e intelectuales lucharon por el derecho soberano de exhibirse en sociedad a su manera: convertirse en obras de arte creadas por ellos mismos. Hoy todo el mundo tiene no solo el derecho, sino también la obligación de practicar el autodiseño. Somos responsables por el modo en que nos mostramos ante los demás, y no podemos deshacernos de esta responsabilidad estética. Sin embargo, sostiene Groys, no somos capaces de controlar nuestra imagen. La producción de nuestros cuerpos públicos es un proceso colectivo que no depende exclusivamente de la propia voluntad. Hacemos libros y obras de arte, diseñamos sitios web y cuentas de Instagram. Junto con ello, se están creando de forma permanente documentos, fotos, videos y copias de correos electrónicos que son extensiones de nuestros cuerpos y constituirán los cadáveres públicos destinados a sucedernos en un más allá material que no se detiene con la muerte. Entre la reflexión sobre las prácticas estéticas contemporáneas y la crítica de Internet, y a través de un ejercicio que contrapone la finitud del tiempo biológico con la temporalidad trascendente de la obra de arte y los mecanismos de inmortalización de la cultura digital, Boris Groys continúa con este volumen redefiniendo la dimensión ontológica de nuestra experiencia cotidiana.
  • Formato
    Impreso
  • Estado
    Nuevo
  • Isbn
    978-987-48623-8-9
  • Peso
    0.13 kg.
  • Tamaño
    12 x 19 cm.
  • Número de páginas
    104
  • Año de edición
    2023
  • Edición
    1
  • Encuadernación
    Rústica
  • Referencia
    CNC10004
  • Colección
  • Código de barras
    9789874862389
Boris Groys

Boris Groys

Autor

(Berlín, 1947) es filósofo, crítico de arte y teórico de los medios, internacionalmente reconocido por sus investigaciones sobre el arte de vanguardia del siglo XX y los medios de comunicación contemporáneos. Estudió filosofía y matemáticas en la Universidad de Leningrado. Miembro activo de los círculos no oficiales de intelectuales y artistas de Moscú y Leningrado bajo el régimen soviético, emigró en 1981 a Alemania, donde se doctoró en filosofía en la Universidad de Münster. Desde entonces, desarrolló una intensa vida académica en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe, la Academia de Bellas Artes de Viena y las universidades de Filadelfia, Pensilvania y Nueva York, entre otras. A la par de su trabajo académico, Groys es un destacado curador de arte.