Marx es, sin lugar a dudas, un pensador contemporáneo -esencial-. Su -Manifiesto comunista- es, tras la Biblia, el libro más vendido en toda la historia y uno de los más influyentes entre los hombres y las mujeres de todos los tiempos. Inmersos hoy en una crisis que trasciende lo económico, pero que tiene en ello su raíz y fundamento, la lectura del pensador alemán es más urgente que nunca. Conviene releer al filósofo que lleva a cabo la crítica más aguda y profunda del sistema capitalista y de las ideologías que lo sustentan. Conviene volver a uno de esos escasos pensadores capaces de sacudirnos de la modorra intelectual y del sueño de una Razón que ya ha producido demasiados monstruos.
Nació en 1818 en Tréveris. Estudió en contacto con la izquierda hegeliana y en 1843 emigró a París. De esos años son Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel y Sobre la cuestión judía, y el comienzo de su perdurable colaboración con Engels: tras madurar el materialismo histórico, publicaron el Manifiesto durante las revoluciones de 1848. Exiliado en Londres, inició los estudios que sistematizó en El capital e impulsó la reunificación del movimiento obrero europeo. Reseñó la Comuna de París de 1871 –La Guerra Civil en Francia– y, hasta su muerte en 1883, enfrentó a la socialdemocracia –Crítica al Programa de Gotha–, y contactó a los primeros revolucionarios rusos.