Justa Freire Méndez fue una mujer moderna y avanzada para su época. Durante la Segunda República fue directora del Grupo escolar -Alfredo Calderón- de la Ciudad Jardín, viviendo, junto a otro puñado de mujeres, la experiencia de ser las primeras profesionales que dirigieron a docentes varones. Muchas de ellas pagaron bien cara su osadía. Después de una guerra, un juicio y un encierro en la cárcel de Ventas, acabó en el Colegio Británico, formando a muchos aristócratas y a varios retoños de los jerarcas del franquismo. Le arrebataron todo y fue capaz de reinventarse a sí misma, porque nunca nadie le pudo robar su alma apasionada.