Dionisio, dios parido por Zeus de su propio muslo, heleno de pura cepa y oriundo de todos los rincones del mundo conocido, efebo y barbudo, donador de la cultura y dios caníbal. La divinidad más paradójica y desconcertante del panteón clásico, no nos habla solamente de los griegos antiguos y de sus creencias, de las mujeres que corrían enloquecidas por los montes de Grecia y de los hombres que se convertían en sátiros, del vino y sus efectos, del teatro o de las Antesterias, no. Dionisio evoca en nuestra imaginación el poder de la música, las pasiones más oscuras, el espíritu carnavalesco, la fusión de brutalidad y misticismo, de destrucción y creación, de locura y creatividad.