La geografía del azúcar y el café proporciona el escenario de una vida social en la que convivieron formas distintas de dominación, también un impulso determinante por acumular riquezas utilizando el trabajo ajeno que se garantizaba mediante la propiedad sobre el trabajador y el recurso a la coacción. La economía de plantación, desarrollada con intensidad y ritmos diferentes en distintas regiones, incidió en la estructura social y, hasta la disolución definitiva de la servidumbre, condicionó el devenir del trabajo libre y la formación de un campesinado autónomo que se basara en trabajo familiar y/o parcialmente asalariado.