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Pensamientos desordenados

Pensamientos desordenados

  • Año de edición 1995
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Reflexiones de una de las más singulares pensadoras de nuestro siglo en torno a a la experiencia mística y a las constantes de su pensamiento y acción: la espera como medio destinado a disminuir el mal, la contemplación y la intuición, la poesía en la religión, la diferencia entre trabajo enriquecedor y deshumanizado, el contacto con la divinidad por medio del deseo y la privación...

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Reflexiones de una de las más singulares pensadoras de nuestro siglo en torno a a la experiencia mística y a las constantes de su pensamiento y acción: la espera como medio destinado a disminuir el mal, la contemplación y la intuición, la poesía en la religión, la diferencia entre trabajo enriquecedor y deshumanizado, el contacto con la divinidad por medio del deseo y la privación...
  • Formato
    Impreso
  • Estado
    Nuevo
  • Isbn
    84-8164-079-4
  • Peso
    0.20 kg.
  • Tamaño
    0 x 0 cm.
  • Número de páginas
    104
  • Año de edición
    1995
  • Edición
    1
  • Encuadernación
    Rústica
  • Referencia
    TRC70023
  • Colección
  • Código de barras
    9788481640793
Simone Weil

Simone Weil

Autor

Nacida en París en 1909, en el seno de una familia agnóstica de procedencia judía, asiste al liceo Henri IV donde tiene como profesor de filosofía a Alain. Tras pasar por la Escuela Normal Superior, enseñará filosofía en liceos femeninos de provincias, hasta que sus dolores de cabeza crónicos la obliguen a abandonar las tareas docentes. Vinculada a grupos pacifistas y al sindicalismo revolucionario, a finales de 1934 deja por un tiempo la enseñanza para trabajar en distintas fábricas. Llevada por esta necesidad interior de exponerse a la realidad, asumirá a lo largo de su vida distintos trabajos manuales y participará brevemente en la guerra civil española, en la columna Durruti. Entre 1935 y 1938 tienen lugar sus sucesivos encuentros con el cristianismo, que la hacen cruzar un umbral, aunque sin cambiar el sentido de su vocación. Con la ocupación alemana, abandona París acompañando a sus padres, primero con destino a Marsella y luego a Nueva York. En contra de su deseo de volver a Francia para participar en la Resistencia, es destinada a labores burocráticas por los servicios de la Francia Libre. Consumida por la pena y por una anorexia voluntaria, muere en 1943 en el sanatorio de Ashford, cerca de Londres.