Partiendo de una crítica a la economía neoclásica, el autor propone una socioecología política del buen vivir, que conciba como unidad de valor y análisis, en lugar del dinero, el tiempo “bien vivido”. Mientras la economía neoclásica se ha ocupado de la producción y el consumo de mercancías para maximizar la utilidad, la socioecología política del buen vivir se orienta hacia la generación de bienes relacionales: el amor y la amistad, la participación republicana y la relación armoniosa del ser humano con la naturaleza. Tomando como caso de estudio al Ecuador, Ramírez analiza la distribución social del tiempo para la generación de bienes relacionales.