Richard Rohr nos propone un viaje para encontrar a Dios en las profundidades del silencio. El silencio divino nos ofrece paz y nos invita a la compasión hacia los demás. La experiencia del silencio es la experiencia del vacío y, a la vez, de la unidad del Ser. Según él, -el silencio no es solo lo que rodea las palabras, sino aquello de lo que procede todo ser y a lo que retornan todas las cosas, el fundamento mismo de la realidad-. La enseñanza de Rohr está basada en la contemplación y la -kénosis- (autovaciamiento), que se expresan mediante una compasión radical, en especial respecto a personas socialmente marginadas.