En nuestro mundo global de comienzos del siglo XXI, es conveniente acudir al pasado para discernir si los problemas del presente son tan nuevos como se piensa y si las propuestas de cambio ofrecidas son tan originales. Cuando los historiadores leemos los textos de comienzos del siglo XIX y los comparamos con la prensa actual, a veces nos surgen dudas acerca de qué es lo antiguo y qué lo nuevo. En aquella época se discutió a fondo y con rigor qué tipo de estructura fiscal se precisaba para sostener Estados fuertes, qué tipo de sociedades había que crear para alcanzar la modernidad liberal y qué relaciones internacionales se debían impulsar en el contexto de los nuevos Estados-nación.