En 1735, la prestigiosa Academia de las Ciencias de París fletó una expedición para resolver una de las más célebres preguntas científicas de su época: la forma exacta de la Tierra. En uno de los más inhóspitos laboratorios científicos que cabe imaginar, la región Andina, un grupo de tres académicos franceses y dos jóvenes guardiamarinas españoles pasaron diez años escalando picos volcánicos, cruzando ríos y resguardándose de vientos helados. Sofisticado y a la vez entretenido, este libro explica cómo una combinación de interacciones locales, rivalidades internacionales y ambiciones personales afectaron profundamente a la producción y la diseminación del conocimiento científico.