En 1933 imparte Dietrich Bonhoeffer un curso con el que subraya la urgencia de cultivar, precisamente en la hora crítica del presente y según la indicación de Karl Barth, el asunto central de la teología cristiana: la pregunta de quién es Jesucristo. A través de las palabras de Bonhoeffer, ponderadas y constructivas, palabras de interrogación, cobran nueva vida las sutiles cuestiones cristológicas de la Iglesia primitiva y de la Reforma y se entabla uno de los diálogos más profundos entre el pensamiento moderno y la tradición teológica.