A lo largo del siglo XIX el socialismo exhibe el perfil de una tradición intelectual en la edad de la fuerza: se conforma un imaginario pletórico, caracterizado por su empuje juvenil, ilusionado, visionario y confiado, que derrocha creatividad y una asombrosa ambición analítica. Con el cambio de siglo se abre un periodo de crecimiento y desarrollo, pero también de conmociones internas que crearán divisiones insuperables en su seno. Según avanza el siglo XX, al perder relevancia la perspectiva humanista, la imaginación socialista se enfría y da prioridad a la visión política y económica. -Está el futuro de los socialistas en redescubrir sus raíces, en una vuelta al utopismo y al humanismo?
Fernando Díez Rodríguez es profesor en el departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia. Sus investigaciones se han centrado en la historia social del trabajo, la historia intelectual del trabajo y la historia de los sistemas modernos de protección social. Entre otras, es autor de 'La sociedad desasistida' (1993), 'Utilidad, deseo y virtud. La formación de la idea moderna del trabajo' (2001) y de 'El trabajo transfigurado. Los discursos del trabajo en la primera mitad del siglo XIX' (2005 y 2011).