La Reforma Protestante no fue exclusivamente una reforma religiosa, sino el eje de un cambio que afectó todos los órdenes de la vida humana. Con la Reforma se inaugura el individualismo religioso pero también el individualismo como concepto fundamental que permitió una nueva concepción abierta de la sociedad. El sujeto adquiere un protagonismo singular que no había tenido hasta ese momento y será el átomo sobre el que se construya la sociedad como una asociación voluntaria de ciudadanos. A raíz de este concepto central surgirá el debate sobre la tolerancia religiosa, el modelo de Estado, la economía y otros muchos ámbitos.