Ninguna enfermedad existe hasta que no se percibe, se nombra y se define. La locura, la transgresión por excelencia, no es una excepción. A lo largo de la historia siempre se ha explicado en función de las creencias, las normas y las ideas dominantes en cada tipo de sociedad; es decir, es la colectividad la que determina qué conductas son -cuerdas- y cuáles no. Se crea así un proceso con unas dinámicas que, sobrepasando los límites de la medicina, llegan a impregnar los mitos, la filosofía, la religión o el arte. Partiendo de esta concepción de la locura, en este libro se describe el origen de muchos de los estigmas que continúan alimentando nuestro imaginario sobre los trastornos mentales.