En la Sierra de la Macarena (Colombia) la violencia y la política conforman una unidad indisociable, oculta por un entramado de marcos reguladores impuestos tanto por el Estado colombiano como por la insurgencia: la guerrilla media en el comercio de coca entre los campesinos y los narcotraficantes; el Estado no reconoce a los campesinos como ciudadanos, al insistir en verlos como colonos que han llegado a la región atraídos por la coca (única opción viable de sustento en la region), razón por la cual los mete en un mismo saco junto con guerrilleros y narcotraficantes.