La reinvención de los Estados Unidos tras el 11-S o tras la crisis económica de 2008 se articula como un proyecto de futuro pero tejido desde unos mimbres que engarzan el presente con un pasado mítico y fundacional. Un proceso fundacional cimentado moralmente sobre la convicción de la singularidad y el providencialismo de su experimento social que se proyectaría en todas las facetas de la vida política y privada de los ciudadanos estadounidenses hasta el presente, pero que es indisociable de procesos históricos de amplio calado en el desarrollo de la modernidad europea-occidental de la que los Estados Unidos es un resultado y un protagonista ineludible.