Paenza no deja historia con cabeza ni recoveco sin husmear para demostrar, una vez más, que la matemática está a la vuelta de la esquina, esperando que la descubramos, razonemos y apliquemos. Muestra también cómo los matemáticos no siempre están inmersos en una maraña de pensamientos ininteligibles y, en cambio, se afanan por explicar los secretos mundanos detrás de las compras en la verdulería, de las proporciones y los tamaños, de la intuición nuestra de cada día. Así, por ejemplo, revela cómo pagar el alquiler con los eslabones de una cadena, cómo hacer cuentas de dividir o cómo estaría repartida la gente y la riqueza si la Tierra fuera una comunidad.