Al intentar estudiar la novela en Colombia desde el punto de vista de su diversidad en la escritura busco, entonces, abrir la puerta hacia una mirada distinta. Dice Altamirano que "el texto literario se constituye en la heterogeneidad: por un lado, la lengua, que no le impone por completo sus regulaciones y es forzada permanentemente; por otro, las ideologías, deformadas, contradichas, violentadas en su pasaje a la literatura; finalmente, las experiencias culturales, el tipo de subjetividad e intersubjetividad, las modalidades prácticas y las formas de la percepción" (Altamirano & Sarlo 15). Mi insistencia en esta perspectiva tanto del escritor como del periodo por estudiar tiene que ver con una intuición que aún no he podido comprobar, aunque espero poder ahondar en ello alguna vez en el futuro sobre el campo de la novela en Colombia. En la década de los sesenta se dio un cambio importante en la concepción de la novela; aquella es un punto de quiebre de la tradición en que confluyen diferentes posiciones que actualizan, transforman o rompen formas que llevan a la novela por otros rumbos. Del mismo modo, en la década de los noventa se da un punto de quiebre que transforma el campo de la novela en Colombia. …Al ahondar especialmente en este tipo de investigaciones, lo que quiero plantear es un diálogo particular con el campo de los estudios en torno a la novela en Colombia para sumar otro elemento a la serie, el de la escritura. En este texto indago en tres aspectos de la escritura en la composición estética: la manera como se hace figurar al autor en la novela, cómo se presenta el mundo en ella y la puesta en duda de la narración.