Es indudable que los tiempos se han precipitado hacia la conformación de una nueva forma de vida que obliga a pensarnos a nosotros mismos desde nuevos referentes de sentido. Los problemas planteados por el postmodernismo y las teorizaciones del final de la historia, por un lado, la globalización de la economía y las exigencias de nuevas instancias ordenadoras de la convivencia mundial, por otro, así como la emergencia de formas de identidad nacional y el elevado grado de autorreflexión alcanzado en torno a la autonomía de los individuos: todo ello refuerza la necesidad de recuperar el concepto de política en sentido fuerte.