Los acontecimientos que estamos presenciando estos últimos tiempos constatan que vivimos un auténtico cambio de época en el cual las reglas del juego social y educativo se están transformando profundamente. En este contexto, todas las educaciones experimentan un notable desajuste entre unas respuestas antiguas y unas preguntas que están cambiando sustancialmente. Ante ese desajuste, es imprescindible construir políticas y acciones educativas desde una perspectiva que incluya el todo. Esa es la idea clave: no se puede intentar educar pertinentemente en el siglo XXI sin tener en cuenta a familias, docentes y comunidad y sus estrechas interrelaciones.