“La mar es el morir”, pero antes, después y simultáneamente, la vida, el tiempo, la historia, la poesía. Antonio Leal une el Caribe con el Mediterráneo, hace su propio océano navegable con la luz de un idioma poético que se vuelve como ola y como llama. Alabanza del mar y la poesía, Thalassa les canta a las sirenas que cantan, a su vez, para el navegante y el náufrago. Diosas, señoras de la noche, las sirenas descienden de la luna. Son la eterna imagen del deseo y la poesía. Están allí, en el mar, para ser vistas y escuchadas, pero jamás serán nuestras ni de nadie.