En los ochenta, Liao Yiwu era un joven poeta cuyo único horizonte vital lo constituían la literatura y las disipaciones bohemias al uso. Pero la sangrienta represión de las revueltas estudiantiles que llevó a cabo el Gobierno chino, y cuya imagen paradigmática es Tiananmén, lo marcaría profundamente y lo llevaría a escribir poemas como -Masacre- y -Requiem-. A partir de ese momento todo habría de cambiar para él hasta extremos inimaginables. Considerado un contrarrevolucionario, enemigo de China, Yiwu pasaría años de prisión en prisión, sumido en un periplo kafkiano y concentracionario, a la espera de una sentencia que nunca acababa de llegar.