Estamos en el verano de 1976, un verano de sequía extrema en el que a los ojos de Gus, todo se derrumba: la granja, el matrimonio de sus padres, la inocencia de la infancia. Todo cambia para mal: su madre abandona el hogar, de nuevo enamorada, y la violencia de la naturaleza, turbada ya por el cambio climático, asola su granja. Roland Buti describe en -El centro del horizonte-, con una prosa sembrada de emociones, un mundo que se desvanece visto por un adolescente perplejo ante acontecimientos que señalan el fin de una época.