Esta obra desafía las fronteras —lingüísticas, geográficas y temporales— para proponer un estudio de las crónicas coloniales y contemporáneas sobre las regiones marginales de América Latina. El libro se enfoca en las áreas que fueron desatendidas por la metrópoli, como la Amazonía, el Gran Chaco y el Maranhão. Asimismo, las obras abordadas han sido marginadas por la crítica literaria y apartadas del canon. La autora examina también las huellas que dejaron dichas obras en la crónica latinoamericana actual con el fin de subrayar los vínculos que existen entre la construcción discursiva de las zonas periféricas en los siglos XVI y XVII, y las formas que esta adopta en los siglos XX y XXI.