Tras una larga enfermedad, la muerte del padre de Violeta la obliga a volver a su ciudad natal. Sin relación con él desde hacía años, su condición de heredera única la arrastra al regreso. Allí descubre có­mo la ausencia de una persona puede unirnos a ella de maneras com­pletamente inesperadas, convirtiendo el duelo de la pérdida en un proceso de reconciliación y madurez en el que las convicciones se ven quebradas por el descubrimiento de la figura paterna.