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¿Tienen los animales derechos?

Hablamos sobre el libro “Animales: filosofía, derecho y política”, una reflexión sobre el lugar de los animales en nuestro mundo civil y nuestro lugar civil en el mundo de los animales. Imagen de fondo de @Domestika

¿Tienen los animales derechos?

con Pablo Suárez

Por: María Andrea Campo | Equipo de Comunicaciones

miércoles, mayo 25, 2022

“...en vez de luchar contra la deshumanización a través de la humanización, una mejor estrategia podría ser directamente minimizar el límite humano/no humano”
-Animals As Legal Beings, Maneesha Deckha



Para hablar sobre el lugar de los animales en el derecho y en el mundo civil tenemos que empezar por definir lo que significa ser humano, ya que los sujetos que siempre han gozado de derechos son las personas. Y si resulta ser que no son reconocidos los derechos de los animales, precisamente porque no son humanos, tenemos que pensar en cómo nos hemos definido para excluir a los animales. Si lo hacemos a través de lo que serían nuestros opuestos, lo contrario al humano podría ser lo que no sea civilizado, lo que no tenga alma, lo que no tenga razón, lo que no sea como nosotros. ¿Pero acaso eso no es parte de lo que significa ser humano? Ser incivil, desalmado e irracional... Entonces fuera esa lucha, precisamente, entre civilidad e incivilidad, alma y desalma, razón e irracionalidad lo que nos hace humanos.

Es curioso que queramos crear este imposible límite binario entre lo que es humano y lo que no y que en consecuencia excluyamos a los animales de lo que somos. ¿Por qué valoramos tan seriamente la humanidad, por qué necesita una diferenciación o ser la medida de todas las cosas? Para ser la medida universal, lo que define lo humano es toda una ‘falta’ de algo. Diríamos, a un animal le falta alma, por eso no es humano, a un animal le falta civilidad, por eso no es humano, a un animal le falta razón, por eso no es humano, un animal no es como nosotros, por eso no es humano… ¿qué nos falta a nosotros, entonces, para ser animales? Lo tenemos todo, los dientes, el corazón, las ganas de sentirnos cerca, de vivir, la necesidad de comer, de cariño y resguardo. Lo que somos sí puede ser, al contrario, aquello que nos une a las cosas, al animal y al otro.

Esta pregunta por lo otro tiene una cara oscura y es que siempre comienza dando por hecho la medida unitaria, el absoluto, lo que es, para definir lo que no es. Si decimos, ¿qué es lo otro de esto? No definimos lo que es y ni siquiera entonces lo que no es, ya que lo que es se asume para generar sus contrarios. En cambio, una definición debería ser integradora. Y como humanos integramos nuestra definición, lo que somos, a tantas cosas. Como humanos, nos integramos a la naturaleza. Como humanos, nos integramos a los animales. Como humanos, nos integramos entre razas, culturas e idiomas. La definición de lo que somos no debería descartar, sino unificar.

¿Esto es visible en nuestras estructuras sociales y jurídicas? Podría ser que lo humano sea también naturaleza, sea animal, sea comunidad, sea sistema, sea dignidad total hacia lo que nos permite ser. Si queremos humanizar las leyes que le imponemos a la vida en el planeta, reflexionemos sobre todas estas relaciones interrelacionadas, interdependientes e intercaladas de las que pertenecemos. Empecemos por integrar a los animales, no como algo fuera de nosotros, sino como una parte de lo que somos y nosotros como parte de ellos. Solo entonces, cuando nos demos cuenta de nuestro lugar conjunto y unitario en el mundo de los animales, tendrán los animales derechos y les daremos el lugar que se merecen en nuestro mundo civil, es decir, en nuestra sociedad de leyes y justicia.

Aún hay tensiones e impedimentos en la consideración de lo humano como uno mismo con la vida. Pero es necesaria una gran fuerza ideológica y de adoctrinamiento para jurarnos superiores sobre nuestros compañeros de mundo. Es mucho más simple y justo para la sociedad civil tener en cuenta nuestra similitud y así cuidar el delicado balance de nuestra comunidad.

En Colombia no tenemos muchos ejemplos en los que hayamos reconocido los derechos de los animales en los procesos de ley, pero los tenemos. En el año 2012, en una una demanda instaurada por los familiares de un fallecido por la embestida de un toro de un matadero, el Consejo de Estado controvirtió la cualidad de ‘cosa’ que el Código Civil atribuía a los animales, y afirmó su “valor como seres vivos [...] y por lo tanto, su capacidad para ser titulares de derechos”. En el año 2017, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia resolvió que un oso andino llamado Chucho era un ser sintiente y sujeto de derecho. Aunque esta decisión luego fuera revertida por el Tribunal Constitucional. En 2019, el mismo tribunal analizó la constitucionalidad de la caza deportiva, inicialmente parecía que los animales, como seres sintientes, tendrían un valor no instrumental y merecerían una “protección constitucional autónoma”, pero el caso se decidió por otorgarle protección a los animales en tanto integrantes del ambiente y hasta admitir excepciones a su maltrato basadas en la libertad religiosa, la alimentación o la experimentación de los 'humanos'.

Estos casos en Colombia y muchos más a nivel de Latinoamérica, en respuesta a las investigaciones en favor de la cuestión animal nacidas en el mundo anglosajón, los encontramos en el libro de nuestra editorial “Animales: filosofía, derecho y política”. Ahí, la discusión va más allá de las preguntas por la posibilidad de definición de "persona”, “sujeto” o “ser humano” que hemos tratado, y más hacia el hecho de que estas precisiones, basar las propiedades humanas en la exclusión y la diferenciación, impiden una protección de los derechos fundamentales que le corresponden a humanos y animales.

«(...) cuanto más fuertemente se distingue entre los seres humanos y los animales, más probabilidades hay de que la gente deshumanice a otros seres humanos (...) La creencia en la superioridad humana por sobre los animales no solo está empíricamente correlacionada con la deshumanización de grupos marginales, sino que está causalmente conectada con ella. (...) Reducir la división entre la condición de los seres humanos y la de los animales contribuye a reducir los prejuicios y a fortalecer la creencia en la igualdad entre los grupos humanos.»

CONOCER MÁS IR AL LIBRO


En el capítulo de Cartografías Editoriales del miércoles 25 de mayo nos acompaña su compilador Pablo Suárez. Pablo es abogado. También es profesor de la carrera de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y de la maestría en Derecho de la Universidad de Palermo. En el programa profundizaremos en este tema y seguiremos la conversación para responder las preguntas y cuestiones filosóficas que nos incita este libro.



¿Nos acompañan? Hoy a las 8:00 p.m. por la HJUT 106.9 FM Bogotá o pueden conectarse online

AQUI


Les dejamos también las canciones que acompañan esta ruta editorial para que inspiren su lectura y sus reflexiones futuras…

Radiohead - Fake Plastic Tress


The Beatles - Martha My Dear


Puedes escucharlas todas en nuestra playlist de Spotify

Para echar en el equipaje

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