El entrañable Pedro Casaldáliga nos ha dejado un poderoso legado. En su propia persona ha encarnado el mensaje del Evangelio tanto a través de sus obras, algunas ya conocidas, otras se irán haciendo más conocidas a lo largo del tiempo, y también nos ha dejado sus escritos, en particular, su poesía. Es que el mensaje de Jesús es muy profundo y mediante la belleza artística de sus versos nos permite ahondarlo en una serenidad que, a la vez, nos conmueve profundamente y nos derriba. Fr. Michael Moore, con gran sensibilidad poética y en un clima de profundo respeto, desentraña las resonancias de los escritos de Dom Pedro. Con claridad y sencillez nos explicita y enseña qué nos está diciendo el mensaje hecho carne y sangre que en ellos se encierra, sin desatender el eco en la vida del obispo del Araguaia. Está encabezado nada menos que con el prólogo del gran José Ignacio González Faus. Él nos dice: "la teología no es más que la explicación de una vivencia poética previa, que es la experiencia creyente. Quienquiera que pase por estas páginas tuyas (dirigido a Fr. Michael) sepa pues que no debe hacerlo solo para leer sino para encontrar". Él será quien nos defina a Casaldáliga como un "Poeta a contraluz" en atención a su original rima; y un "teólogo a contramano" porque lo que busca no es meramente enseñarnos una teología encarnada, destacando la humanidad de Jesús y su preocupación real por el hombre, en un mundo tan injusto y cruel. Esa realidad que genera en nosotros una indignación que Dom Pedro llamaba "experiencia humana fundamental" y que será transformada por el Evangelio, entendiendo que la libertad del hombre ha de ser libertad solidaria y en comunión con los demás. "Nunca podrá decirse de la poesía de Casaldáliga que su 'hambre de justicia' se ha convertido en "sed de venganza". Y ello le permite decir con una radicalidad que escandalizará a muchos, pero que es pura verdad cristiana: 'la eucaristía – que no es mesa – acaba siendo – pura blasfemia' (p. 75)".