Cristina Iglesias (1956, San Sebastián) forma parte de una generación de artistas que desde la década de los ochenta ha transformado el concepto de escultura. Su trabajo media entre la tradición de la escultura como objeto autónomo y la intención de fragmentar, dinamizar la arquitectura, dotando la experiencia de vivenciar los espacios como un elemento más de las obras. En su poética, la artista española aúna su contemporaneidad sustentada por el interés en el amplio límite de la técnica tradicional desarrollada por el Arte Povera y, por otro lado, sus profundas raíces en la tradición barroca a través de la inestabilidad compositiva, dislocación moviente y de sus atmósferas.