La fiducia y su correspondiente anglosajón, el trust, están despertando últimamente un importante interés en los ordenamientos jurídicos de nuestro entorno. Los motivos que llevan a la regulación de estas figuras son diversos: la creación de estructuras jurídicas más flexibles, rápidas y económicas; la potenciación de actividades financieras, del desarrollo inmobiliario, las transmisiones mortis causa, la inversión colectiva, la protección de personas con necesidades especiales, la sucesión de empresas familiares, la creación de patrimonios protegidos, etc.