El respeto por la naturaleza, por la conservación de las especies animales y vegetales, es una inquietud creciente en nuestros días. Y es, sin duda alguna, totalmente loable. Sin embargo, no parece que existan actitudes y sentimientos paralelos hacia las lenguas y, de hecho, según las estimaciones de algunos lingüistas, en los próximos dos o tres decenios podrían llegar a extinguirse en nuestro planeta varios centenares de ellas. La desaparición forzada de una lengua es, principalmente, un suplicio para quienes la sufren; pero también representa una inmensa pérdida cultural en la medida en que toda lengua contiene las huellas de una particular visión del mundo.