Se trata, por un lado, de la Biblia como fuente de arquetipos y modelos, de argumentos e imágenes que nutrieron el imaginario de todo el mundo cristiano, que supo convertirlos en literatura. Por otro lado, la Biblia se presenta como fuente autoritativa, tanto en el aspecto filológico como en el histórico y el doctrinal. Los estudios correspondientes se distribuyen por tanto en dos volúmenes: uno que agrupa los géneros estrictamente literarios (poesía, drama, ficción) y un segundo que recoge los que definen a la Biblia como fuente de autoridad (textual, histórica y dogmático-moral).