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Freud no está lejos de hacer suyas las palabras de Marx: “La religión es el opio de los pueblos”. Es lícito, dice, “igualar el efecto de los consuelos religiosos a los de un narcótico”. Las religiones alimentan una ilusión: todo lo que está bien terminará bien, todo lo que está mal será castigado, un programa cuyo cumplimiento se promete después de la muerte. El texto se aproxima aquí a lo que quizá siga siendo lo más vivo y actual de su crítica. -Cuál es la característica de las representaciones religiosas? La de ser dogmas, conjuntos de enunciados sin autor que cada uno encuentra ya presentes, constituidos de pies a cabeza, y que “demandan creencia”.
Freud no está lejos de hacer suyas las palabras de Marx: “La religión es el opio de los pueblos”. Es lícito, dice, “igualar el efecto de los consuelos religiosos a los de un narcótico”. Las religiones alimentan una ilusión: todo lo que está bien terminará bien, todo lo que está mal será castigado, un programa cuyo cumplimiento se promete después de la muerte. El texto se aproxima aquí a lo que quizá siga siendo lo más vivo y actual de su crítica. -Cuál es la característica de las representaciones religiosas? La de ser dogmas, conjuntos de enunciados sin autor que cada uno encuentra ya presentes, constituidos de pies a cabeza, y que “demandan creencia”.
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FormatoImpreso
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EstadoNuevo
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Isbn978-950-518-871-0
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Peso0.15 kg.
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Tamaño12 x 21 cm.
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Número de páginas112
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Año de edición2016
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Edición1
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EncuadernaciónRústica
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ReferenciaAMR10299
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Colección
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Código de barras978950518710