Los noticieros dan cuenta de ella a diario, todo político en campaña promete erradicarla, los ciudadanos de a pie la padecen —o se valen de ella para ahorrarse la pena de cumplir la ley—, muchos funcionarios públicos la consideran un elemento consustancial a su cargo: la corrupción es una grave y muy extendida enfermedad social. El lector hallará aquí herramientas conceptuales para comprender esta práctica nociva, para medirla y para enfrentarla desde diversos frentes, lo mismo desde el Estado que desde la sociedad civil organizada.