-El bosque, los ratoncillos, la lluvia, el Sol. Y también los botines, sombreros y paraguas, los duendes y los fantasmas, pertenecen a ese mundo invisible y encantado que la bondad del espíritu generoso tiene la sabiduría de encontrar. Estos cuentos, disparatados y barrocos, incomprensibles tal vez, harán volar la imaginación hasta cuando casi no se tenga. Porque hay que zambullirse en la charca de la magia, y secarse bajo el calor irresistible -y a veces ignorado- de brujas buenas, de chispeantes gnomos, de enanos saltarines, de grillos traviesos, y de varitas mágicas...-. Silvia Jaquenod de Zsögön