Este es un documento ágrafo del siglo XIX ha recorrido por los caminos cantando los quehaceres del campo, las costumbres del pueblo y las pasiones de las mujeres y de los hombres de su tiempo. Su herencia poética ha llegado hasta nuestros días de la mano de familiares que transcribieron su voz.
El estudio introductorio desafía la visión letrada respecto a obras como la de Rendón Solórzano formulada desde el folclor y la tradición oral. La cosmovisión y el trabajo con la lengua ameritan que este manabita sea considerado como la voz poética de los acontecimientos de su tiempo y geografía. El ensayo recupera ciento sesenta décimas que buscan ser leídas como literatura montuvia en el campo de las oraliteraturas, evitando el cajón folclórico donde yacen dormidos tantos poetas del pueblo.