El propósito de esta obra es analizar el proceso de conformación de la subjetividad moderna en relación con los universos del trabajo, el consumo, la educación y la familia; examinando también cómo ha contribuido todo ello a conformar una determinada identidad pública, y unas particulares vivencias y representaciones del tiempo. Todo este proceso será tratado en relación con dos de las principales dinámicas que, en tensión constante, lo han acompañado. Una tendente a romper continuamente los moldes de lo heredado, rompiendo también con las instituciones que lo representaban, para así poner en escena una individualidad que se quiere liberada de toda atadura con el pasado. La otra vinculada a una conciencia subjetiva que, paradójicamente, sabe de la necesidad, porque así ha sido socializada, de que para conseguir esta liberación precisa de la integración en el entramado institucional que la propia modernidad ha conformado. En las últimas tres décadas del pasado siglo estas dos dimensiones se han ido poco a poco separando, hasta resquebrajarse, rompiendo aquel equilibrio inestable. Por las grietas que así se han abierto ha asomado la silueta del sujeto moderno. Un sujeto que, creyéndose liberado, y queriendo liberarse con más fuerza que nunca de toda herencia anterior, ha visto como ese deseo ya no hay nadie que lo contenga, sino que, por el contrario, es aclamado por todas partes, con la misma intención liberadora. Lo que ha conducido a una creciente sensación de desarraigo, y también a una progresiva desconexión entre las generaciones.