Con este libro, "Psicoanálisis del fanatismo" de Gérard Haddad, decidimos comenzar nuestra colección de psicoanálisis. Decisivo para la práctica del psicoanálisis, tanto en sus aportes teórico - clínicos como en sus múltiples atravesamientos en la cultura de ese nuevo dios capitalista. El fanatismo es eso que vive sin dubitación encarnando la verdad de Dios, por su realización como verdad sin velo.A partir de la diferencia estructural entre representar una verdad y encarnarla, permite al autor despejar los múltiples espejamientos discursivos que dan cuerpo a una posición, en el fanatismo, que se reproduce en la tensión incesante y aterrorizante, entre las estructuras represivas contemporáneas y la presencia en ciernes de las prácticas fundamentalistas, encarnadas también en la religión, una de sus formas fecundas, en los avatares milenarios del arrasar desde la verdad ciega como pretensión absoluta.Por otra parte, desarrolla una línea muy original alrededor del complejo fraternal, en los fundamentos de lo que podríamos denominar la lógica o estructura de clan, tensión que indefectiblemente lleva al asesinato fraterno y al parricidio criminal. Por extensión, a la destrucción de las estructuras elementales del parentesco, a las representaciones y funciones simbólicas que sostienen la cultura. Este circuito incesante de lo que no cesa de no inscribirse, desencadena a partir de aquí dos vertientes, no sólo clínicas sino políticas: 1-el retorno de lo mismo, la posición excluyente de la introversión libidinal como variante del fanatismo, y 2-la teoría del complot, la proyección, en la posición paranoica que sólo da lugar al extermino de la diferencia en el otro.El libro de Gérard Haddad resulta de lectura indispensable por su compleja actualidad política y social, en un contexto internacional en el que las guerras santas y las guerras emprendidas por los estados militarizados, ponen de relieve una multiplicación ad infinitum de cerrado pronóstico en la escena mundial. Por otra parte, propone una aproximación clínica de la que la práctica psicoanalítica no puede mantenerse ajena, respecto de eso que se produce en el discurso y que, por el analista que escucha, pone a disposición de su lectura.