Un grupo de investigadores sociales invitó a niños de la calle a contar sus historias de vida con fotos tomadas por ellos mismos. Seguramente ninguno de los niños que tomaron parte en este proyecto tuvo antes una cámara en sus manos y pocos se habrán visto alguna vez en una foto. Los participantes de este proyecto fotográfico están lejos de producir imágenes de miseria o de situaciones catastróficas. Sus fotos no dan testimonio de conmiseración, tampoco quieren despertar conmiseración de otros. Es indudable que los niños no tomaron las fotos para nosotros sino para ellos mismos. El resultado son extraordinarias tomas de aficionados, verdaderas narraciones a través de impresionantes fotos.