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San Francisco de Asís

San Francisco de Asís

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«Me dirijo al hombre de la calle, escéptico pero también comprensivo, y mi única esperanza, bastante vaga por cierto, es que si abordo la biografía de este gran santo por el lado llamativo y popular que evidentemente tiene, tal vez logre que el lector perciba la coherencia de una personalidad intachable, al menos un poco mejor que antes; y que acometiendo su historia de esta manera, quizá vislumbre por qué el poeta que alababa a su señor el sol se escondía a menudo en una cueva oscura; por qué el santo, tan bondadoso con su hermano el lobo, era tan severo con su hermano el asno (como él mismo apodaba a su propio cuerpo); por qué se alejaba de las mujeres el trovador que confesaba abrasarse de amor; por qué se revolcaba deliberadamente en la nieve el cantor que se regocijaba con la fuerza y la viveza del fuego y por qué la poesía que exclama con pasión pagana: ''Alabado sea el Señor por nuestra hermana, la madre tierra, que nos da la hierba, frutos diversos y flores de intenso colorido'' termina prácticamente con estas palabras: ''Alabado sea el Señor por nuestra hermana, la muerte del cuerpo''».

«Me dirijo al hombre de la calle, escéptico pero también comprensivo, y mi única esperanza, bastante vaga por cierto, es que si abordo la biografía de este gran santo por el lado llamativo y popular que evidentemente tiene, tal vez logre que el lector perciba la coherencia de una personalidad intachable, al menos un poco mejor que antes; y que acometiendo su historia de esta manera, quizá vislumbre por qué el poeta que alababa a su señor el sol se escondía a menudo en una cueva oscura; por qué el santo, tan bondadoso con su hermano el lobo, era tan severo con su hermano el asno (como él mismo apodaba a su propio cuerpo); por qué se alejaba de las mujeres el trovador que confesaba abrasarse de amor; por qué se revolcaba deliberadamente en la nieve el cantor que se regocijaba con la fuerza y la viveza del fuego y por qué la poesía que exclama con pasión pagana: ''Alabado sea el Señor por nuestra hermana, la madre tierra, que nos da la hierba, frutos diversos y flores de intenso colorido'' termina prácticamente con estas palabras: ''Alabado sea el Señor por nuestra hermana, la muerte del cuerpo''».
  • Isbn
    9788499201481
  • Peso
    0.25 kg.
  • Tamaño
    15 x 23 cm.
  • Número de páginas
    168
  • Idioma
    Español
  • Referencia
    POD22996

G.k. Chesterton

Autor

Gilbert Keith Chesterton (Londres, 1874 - Beaconsfield, Buckinghamshire, 1936). Entre sus obras más conocidas se cuentan El hombre que fue Jueves (1908), su Autobiografía (1936; Acantilado, 2003), una Breve historia de Inglaterra (1917; Acantilado, 2005), los en­sayos reunidos en Herejes (1905; Acan­tilado, 2007), recopilados también en la antología Correr tras el propio sombrero (Acantilado, 2005), la colección de relatos El hombre que sabía demasiado (1922; Acantilado, 2007), Lo que está mal en el mundo (1910; Acantilado, 2008), Los relatos del padre Brown (Acantilado, 2009) y Cómo escribir relatos policíacos (Acantilado, 2011).