¿Tenemos que pensar en Alberto Mosquera Arboleda y sus disparatorios como una suerte de ave rara de la poesía colombiana? Al reparar en su carrera literaria voluntariamente distante de la participación en grupos, movimientos, corrientes o tendencias estéticas, su vocación de solitario nos conduce a creer que sí lo es [...]. Pensar el lugar de Disparatorios en el contexto de las generaciones literarias o dentro de los momentos estéticos de la poesía en Colombia durante el siglo xx, constituye un ejercicio crítico cuyo desafío final implica levantar una cartografía cultural nueva y un discurso historiográfico distinto del hasta hoy conocido parcialmente a través de las antologías, los panoramas y las historias escasas de nuestra lírica à pero impuesto inevitablemente como canon [...]. Alberto Mosquera Arboleda no atendió a otros reclamos de orden convencional para asimilarse a un canon que no fueran sus propios parámetros estéticos. Por ello, la recepción tradicional del reconocimiento literario de Disparatorios debería superar la celebración del ingenio verbal como mera lúdica del lenguaje, que hace notorio al humorista y oculta al poeta crítico.