Desde Bélgica llegué a mi silla mexicana. El contrato original laboral era por 3 años. Sonaba prometedor, aventurero y genial a mis 24 años. El contrato se prolongó y yo pasé de inmigrante a inmigrado. Más gusto me dio, porque encontré a una luz: mi Lucero. Ahora llevo 44 años sentidos como vacaciones bajo el sol mexicano, casado con 3 hijos y 6 nietos. Mis cuentos, historias, ocurrencias e impresiones se pueden leer en el orden a su antojo. Con ellos espero animar, apapachar y motivar a mis lectores que vivan felices como la vida me ha enseñado vivir entre mis dos sillas, de Bélgica a México, de regreso en un círculo infinito