Ninguna figura –ya sea patriota o ya sea afrancesada- tiene mayor significación en la Málaga napoleónica que Antonio Muñoz. Es una injusticia histórica que después de doscientos años nadie haya rescatado, con la atención que merece, la memoria del jefe guerrillero más eminente de la provincia malagueña y uno de los más activos de Andalucía durante la ocupación francesa. La crítica realidad que sume a España en 1808 y su preocupación por los graves acontecimientos de aquel presente, impulsan a Antonio Muñoz a adoptar posiciones adversas al régimen bonapartista cuando desempeña el destino de cura ecónomo en la iglesia de San Antonio Abad de Churriana.