A partir de mediada la década de los setenta del pasado siglo la Criminología Clínica ha venido escuchando voces no sólo sobre su puesta en duda, sino también de explícita invocación descalificadora, de abierta recusación. No son pocos los que se mantienen otorgándole atribuciones de descansar sobre conceptos impregnados del más tradicional y rancio positivismo. El autor de este “Tratado” intenta traer ponderación y cierta luz sobre estas cuestiones, empezando por no negar las dificultades que, tanto teórica como operativamente, encierra esta rama criminológica, al tiempo que argumenta contra los excesos dirigidos contra ella.