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Cada vez única, el fin del...

Cada vez única, el fin del mundo

  • Año de edición 2005
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Derrida más allá de Derrida. O más acá. Éste no es un libro más de Jacques Derrida. Es un libro hecho por unos amigos vivos sobre los amigos muertos de Derrida. Sin duda, Derrida lo escribió, lo pensó, lo leyó y releyó. Pero quienes lo han hecho han sido Pascale-Anne Brault y Michael Naas, a los que el autor agradece la idea. Una idea singular: reunir en un sólo volumen textos de duelo, palabras de duelo, escritas o leídas después de la muerte de algunos compañeros de viaje (Roland Barthes, Paul de Man, Michel Foucault, Max Loreau, Jean-Marie Benoist, Louis Althusser, Edmond Jabès, Joseph N. Riddel, Michel Servière, Louis Marin, Sarah Kofman, Gilles Deleuze, Emmanuel Lévinas, Jean François Lyotard, Gérard Granel y Maurice Blanchot). Textos únicos cada vez. Pero Derrida no puede dejar de ser Derrida, y sus temas, o los de sus amigos, su particular escritura, su original estilo, emergen una y otra vez en estos textos, y vuelven a escucharse. No el eco de sus palabras, sino sus palabras mismas, literalmente sus mismas palabras, se someten a la prueba del duelo, y se convierten en temas póstumos por adelantado. “Cada vez único” es algo que podría decirse seguramente de todos los libros de Derrida. De todos menos de éste precisamente, pues éste, siendo, como es, suyo, tal vez el más propiamente suyo, es el único que no le pertenece. “Cada vez único", pero no en el sentido de cada vez algo diferente, sino todo lo contrario. Siempre el mismo libro, pero precisamente por ello, "cada vez único", como el fin del mundo.

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Derrida más allá de Derrida. O más acá. Éste no es un libro más de Jacques Derrida. Es un libro hecho por unos amigos vivos sobre los amigos muertos de Derrida. Sin duda, Derrida lo escribió, lo pensó, lo leyó y releyó. Pero quienes lo han hecho han sido Pascale-Anne Brault y Michael Naas, a los que el autor agradece la idea. Una idea singular: reunir en un sólo volumen textos de duelo, palabras de duelo, escritas o leídas después de la muerte de algunos compañeros de viaje (Roland Barthes, Paul de Man, Michel Foucault, Max Loreau, Jean-Marie Benoist, Louis Althusser, Edmond Jabès, Joseph N. Riddel, Michel Servière, Louis Marin, Sarah Kofman, Gilles Deleuze, Emmanuel Lévinas, Jean François Lyotard, Gérard Granel y Maurice Blanchot). Textos únicos cada vez. Pero Derrida no puede dejar de ser Derrida, y sus temas, o los de sus amigos, su particular escritura, su original estilo, emergen una y otra vez en estos textos, y vuelven a escucharse. No el eco de sus palabras, sino sus palabras mismas, literalmente sus mismas palabras, se someten a la prueba del duelo, y se convierten en temas póstumos por adelantado. “Cada vez único” es algo que podría decirse seguramente de todos los libros de Derrida. De todos menos de éste precisamente, pues éste, siendo, como es, suyo, tal vez el más propiamente suyo, es el único que no le pertenece. “Cada vez único", pero no en el sentido de cada vez algo diferente, sino todo lo contrario. Siempre el mismo libro, pero precisamente por ello, "cada vez único", como el fin del mundo.
  • Formato
    Impreso
  • Estado
    Nuevo
  • Isbn
    84-8191-705-2
  • Peso
    0.70 kg.
  • Tamaño
    16 x 24 cm.
  • Número de páginas
    372
  • Año de edición
    2005
  • Edición
    1
  • Encuadernación
    Rústica
  • Referencia
    PRC10093
  • Colección
  • Código de barras
    9788481917055
Jacques Derrida

Jacques Derrida

Autor

Nacido en El-Biar (Argelia) en 1930, es uno de los pensadores mayores de la escena filosófica del presente, señalada por la estrategia de la deconstrucción ligada a su nombre. Fue director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, donde impartió seminarios hasta su fallecimiento en 2004, además de profesor visitante en diversas universidades norteamericanas. En una entrevista concedida pocos meses antes de su muerte, Derrida se despedía con estas palabras: «Somos estructuralmente supervivientes, estamos marcados por esta estructura de la huella, del testamento. Pero […] la deconstrucción está siempre del lado del sí, de la afirmación de la vida».