Cuando Mencken critica no es por lucirse, sino porque el tema le apasiona. Su escritura es contundente y despierta, y tiempo después sigue sin sonar embalsamada. De su amor por el periodismo (que tildó de vida de reyes), robó el don de la oportunidad y la prohibición absoluta de aburrir al lector. Uno se siente en presencia de alguien elegante hasta en el modo en que se permite algún que otro descuido.
(1880-1956) nació y murió en Baltimore, la ciudad de Edgar Allan Poe, John Waters y The Wire –como él, tres excelentes ejemplos de claridad en la expresión, causticidad en la mirada y cierta inclinación antisocial.