Valparaíso Ediciones acaba de publicar el último libro de Ywvgeny Yevtushenko, el gran poeta ruso de la actualidad. Se trata de un largo poema de amor dedicado a la modelo colombiana Dora Franco, a la que conoció en 1968.
Yevtushenko y su último libro poema de amor para la colombiana Dora Franco
García Márquez, Pablo Neruda o Allende, entre sus personajes
El libro, lejos de quedarse en un recuerdo de carácter intimista, engloba el cambio del mundo en todo este tiempo, convirtiéndose en un poema mítico del autor ruso, que repasa su relación con algunos de los grandes creadores del siglo XX, en especial con Gabriel García Márquez. El pasado mes de mayo, Yevtushenko presentó el poemario en Granada, en la Huerta de San Vicente, residencia de verano de Federico García Lorca. Al acto asistió Dora Franco, la primera mujer que posó desnuda en Colombia y que durante aquel tiempo se convirtió en su gran amor, aunque después cada uno continuara con su vida. Cuando Yevtushenko llegó a Colombia tenía 36 años. Allí se enamoró de aquella mujer colombiana que hoy vive en Miami, y que ya forma parte de la historia de la poesía rusa. La fotografía de ambos está en la portada del libro publicado por Valparaíso y da cuenta de la belleza de la modelo.
¿Pero quién es Dora Franco? El mismo poeta ruso lo explica: “La encontré por primera vez en 1968 en Colombia durante mi viaje de seis meses a América Latina bajo la invitación del poeta nadaísta Gonzalo Arango. Dora me acompañó durante la gira poética en Colombia. Cuando fui a los Estados Unidos, Salvador Dalí, después de saber que Dora y yo nos habíamos vuelto íntimos, la invitó, para darme una sorpresa, a una cena en mi honor en el Ritz de Nueva York, pagándole el billete de ida y vuelta desde Colombia. Durante la cena, sin embargo, tuve una fuerte diferencia con Dalí – después descrita en el poema Bajo la piel de la Estatua de la Libertad-, cuando el poeta español alzó la copa para brindar en honor de Stalin y de Hitler, definiéndolos como «grandes surrealistas». Después Dora se casó y se fue a los Estados Unidos pero enseguida regresó a Colombia donde crió sola a su hijo. Nos reencontramos y reconciliamos algunos años después en Panamá y nos dejamos de nuevo; esta vez como amigos. Ahora fotógrafa profesional, Dora vive entre Miami y Colombia. En 2009, después de otros cuarenta años, nos volvimos a ver en el Festival Internacional de Poesía de Medellín donde yo hice un recital y ella mostró sus fotografías. Siempre bellísima, fascinante y buena, como si no hubiera pasado todo este tiempo. Un caso raro como el de Sofia Loren”.
El libro, Dora Franco, fue escrito por Yevtushenko en 2011, a sus 79 años, cuarenta y tres años después del primer encuentro. Una confesión pública «tardía», como él precisa, porque toda su lírica no es otra cosa que una compilación de confesiones públicas. Esta precisión podría haber sido hecha por cualquier otro autor pero en su caso, llega a ser casi conditio sine qua non, siendo Yevtushenko un poeta ruso. Y los poetas rusos están habituados a las confesiones públicas: tienen un valor catártico. En este caso, también funcionan así con la mujer actual, su esposa Masha. «Después de todo, no hay nada más irracional que los celos hacia los asuntos del pasado», concluye el poeta, lo cual nos recuerda en exergo dos versos de Robert Roždestvenskij: «Me he equivocado, perdonen, / vivía en esta tierra por primera vez».
Dora Franco es un poema sorprendente. Está todo Yevtushenko aquí. A través de los flash-backs, desfilan el poeta, el político, el contestatario (que encuentra más divertida la márquez-manía que la aburrida marx-manía), el amante, el amado, el comediante, el hombre «intimidado por el poder», las diversas consideraciones filosóficas sobre el amor, los encuentros con Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Salvador Allende, con el nadaísta Gonzalo Arango, la tragedia de la Primavera de Praga con la inmolación de Jan Palach, la lucha de gallos en Colombia y las apuestas debido a la locura que provocan los animales, las mismas que hacen recordar al poeta siberiano las «voces feroces» del canalla que en Rusia apuntaba sobre él y sobre Iosef Brodski. En el poema, los personajes colombianos del Macondo de García Márquez se confrontan con aquellos de la Rusia de Pušhkin, Tolstoj, Chejov o Gogol. Sobre todo los pobres y bebedores «angustiados por la miseria». Yevtushenko recuerda también el viaje del autor de Cien años de soledad a Rusia, donde, entre otras cosas, lo acompañó a conocer la tumba de Boris Pasternak en Peredelkino.