Una vez vivimos en un Estado político que instaura la representación democrática, ¿cómo nos sentimos verdaderos agentes políticos? ¿poseedores de agencia sobre las decisiones de nuestra vida?
En bicicleta por la democracia: el camino
con Berg Institute
Hay un sentimiento de defraudo, de impotencia muy desagradable, cuando no queda elegido el candidato por el que votamos. ¿Les ha pasado? Es una realización de que, así hayamos votado juiciosa e informadamente, es inevitable que a uno lo termine representando personas por las que no vota y hasta personas que no conoce, que no conocerá jamás. Lo más probable es que aunque quedara nuestro elegido, este solo será uno entre muchos otros más representantes por quienes, igualmente, no votamos. Si nuestra influencia por quienes quedan al poder parece tan pequeña a nivel individual es porque los resultados no piensan en el votante como ciudadanía sino en la mayoría simple, cuando, en todo caso, el proceso democrático debería promover representantes que reflejen las ideas e identidades de todos sus votantes. Si escogemos quien tiene más votos entre un partido o un representante esta no es una representación proporcional de la población como tal, de la comunidad o de las ideas del todo.
Esta es la paradoja de la democracia representativa: se toma una decisión de voto individual, pasado por personal, directo, intransferible y secreto pero que termina reflejándose en lo práctico como una decisión colectiva. Al final, resulta que esa decisión que hemos librado totalmente de las agencias de los demás, entendiéndola como ‘propia’, como un derecho individual al voto, es realmente un proceso profundamente comunitario, como indica Mouffle. Por quien vota la persona que está a nuestro lado nos termina afectando más o igual que por quien votamos nosotros. Si no hay un consenso social, si no hay una discusión colectiva de lo que necesitamos como comunidad, no puede haber una verdadera representación política.
Así, incluso ya dentro de la implementación de la democracia, la participación electoral de los ciudadanos es vista como inocua, no sólo bajo el riesgo de la manipulación de los mismos líderes políticos o de la desinformación en los medios, sino de la “abstención derivada a elegir” por causa de la pérdida de agencia política. Es justamente ese sentimiento amargo, de no poder hacer valer la elección propia como la pública.
¿Dónde podemos ejemplificar esto? Muchos votantes saben que su representante preferido es una minoría, esto lleva a que empiecen a especular sobre quién será el representante favorito de la mayoría, para así votar por el que tenga “más oportunidad” y en últimas ignoran sus deseos por una votación ‘estratégica’ que arruina y altera los resultados orgánicos de un votante. ‘Votar por quien me representa’ se vuelve ‘votar por quien pueda ganar’ y los votantes se ven empujados a hacerlo para tener alguna agencia sobre el resultado de las elecciones, esto lleva a peleas electorales de oposición y de binarios, o peor, contiendas por ‘el menos peor’.
Por todo esto los gobiernos empujan el discurso del voto ‘personal e intransferible’, para que pensar en la comunidad, en lo que vote el otro y en lo que sea el posible el resultado de aquello no influencie la acción electoral del votante, pero como ya vimos, esto es inevitable. No queremos defraudos, no queremos quedar excluidos del gobierno, no queremos no poder decidir así cueste sacrificar a nuestro favorito en una misión ciega por hacer que nuestra elección cuente.
Ahora, las cosas pueden ser distintas. Para simplificar todo, pongamos el ejemplo de una familia de cinco que quiere decidir dónde ir a comer. Hay tres lugares, uno vegetariano, uno carnívoro y otro donde hay ambas opciones. El papá y la mamá son vegetarianos pero sus tres niños son carnívoros. Con la mayoría simple irían al lugar carnívoro y los padres se quedarían sin comer, sus elecciones no contaron. Les molesta, pero acceden porque sus hijos son más y quieren ser justos. Sin embargo, si al contrario le dieran a los padres la oportunidad de escoger una segunda opción e hicieran lo mismo con los niños, verían que a todos no les molestaría ir al lugar donde hubiera ambas opciones, sorprendidos, nadie pasaría hambre. Esto se llama voto único transferible (STV) y se basa en un orden de preferencia bajo representación proporcional. Para ver (y votar en) ejemplos de la vida real de este tipo de sistema electoral alternativo pueden entrar a DemoChoice (en inglés). Parte de lo que hace a un sistema democrático verdaderamente representativo no es escoger el favorito de la mayoría, sino a quien represente los intereses de todos, sin exclusiones ni rechazos. Parte de lo que hace justa la democracia es que la mayoría esté feliz con el resultado, no que se sigan las elecciones de una mayoría incuestionable. Que los participantes tengan un representante por el que realmente votaron, que tengan agencia política sobre las decisiones de su vida y su país.
Adentrados más hacia lo que implica participar en una democracia representativa, el sello editorial de Berg Institute nos acompaña hacia lo que nos espera por el camino. Las dudas, las transformaciones, los retrocesos… Si es un proceso democrático ¿cómo entender que quepa la desilusión? ¿cómo aprendemos a ver la democracia como una acción por encima de las ideologías? ¿una acción del imaginario común, de ponernos de acuerdo, de ver la justicia representativa como un elemento comunicador y que forma redes de apoyo, de comunidad?
El “Berg” de Berg Institute significa ‘montaña’ en Alemán y en varias otras lenguas germánicas. Se llama así en honor a la célebre frase de Nelson Mandela “Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar”, ahí la desilusión, pero también la valentía de seguir montaña arriba. Aquí proponemos dos recorridos en bicicleta hacia el tope de la montaña, escalando los retos de la cosmografía de la justicia, que nos necesita a todos.
-Érase una vez un país: una vida palestina Sari Nusseibeh recrea la memoria de la vida cultural y ancestral de una familia palestina. A pesar de la larga Ocupación y del sentimiento de humillación colectiva, familiar y personal, continúa oponiéndose a la violencia en anhelos de concordia y esperanza. «Los derechos humanos están siendo violados en todos los continentes. Hay más personas oprimidas que libres. Y, además, están los palestinos, con quienes me sensibilizo por su padecimiento, pero cuyos métodos deploro. La violencia y el terrorismo no son la respuesta. Hay que hacer algo con su sufrimiento, y pronto. Confío en Israel, porque tengo fe en el pueblo judío» Ojear el libro |
-Pensando en Derechos Humanos La interlocución entre Antonio Cassese y el periodista Giorgio Acquaviva discute la aplicación de los derechos humanos a nivel internacional, en temas como el derecho de autodeterminación de los pueblos, la creación de tribunales penales internacionales y las diferentes prácticas ilícitas de estos actores. «He participado a menudo en reuniones para elaborar nuevos tratados internacionales de derechos humanos y la experiencia ha sido interesantísima. He comprendido cómo los gobiernos pueden hablar de derechos humanos, crear normas de derechos humanos y contemporáneamente incumplir las obligaciones.» Ojear el libro |
En el capítulo de Cartografías Editoriales del miércoles 16 de marzo invitamos a nuestro amigo Joaquín González Ibáñez, co-director del Berg Institute. Joaquín es Doctor en Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Y es Profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad Alfonso X el Sabio.
¿Nos acompañan? Hoy a las 8:00 p.m. por la HJUT 106.9 FM Bogotá o pueden conectarse online AQUI
Estas son las canciones que acompañan esta ruta editorial
Ismael Serrano - Ahora Que Te Encuentro
Jovanotti - Il più grande spettacolo dopo il big bang
Puedes escucharlas todas en nuestra playlist de Spotify Para echar en el equipaje