Una antología de cuentos realistas en sus versiones originales que incluye "La ventana abierta", "El corazón delator", "El viejo guardarropa de roble", "Nuestro primer cigarro" y "Una historia desgraciada".
Una antología de cuentos realistas en sus versiones originales que incluye "La ventana abierta", "El corazón delator", "El viejo guardarropa de roble", "Nuestro primer cigarro" y "Una historia desgraciada".
(Salto, 1878-Buenos Aires, 1937). Narrador uruguayo afincado en Argentina, considerado uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos, cuya obra muestra un lenguaje propio alejado de las modas europeas del modernismo y las vanguardias. La influencia de autores como Edgar Allan Poe, Rudyard Kipling y Guy de Maupassant le permitió narrar de forma magistral la violencia y el horror que se esconden en la aparente tranquilidad de la naturaleza. El escenario de muchos de sus relatos es la selva de Misiones, en el norte argentino, donde se retiró del mundanal ruido y que hoy es un lugar amenazado por la mano del hombre. De este lugar, extrajo las situaciones y personajes de sus cuentos con animales, para nosotros exóticos, y situó a los humanos en situaciones de peligro, en un mundo lleno de inundaciones, lluvias torrenciales y la presencia de animales feroces.
(1812-1870) fue un prolífico escritor y uno de los autores más influyentes del siglo XIX. Títulos como David Copperfield, Oliver Twist o Canción de Navidad, entre otros, han conseguido gran popularidad y continúan siendo grandes éxitos de público en el día de hoy.
Sus obras, además de ser un preciso retrato del siglo XIX, destacan por el uso de la ironía y el humor, por su carga de crítica social y por su repertorio de memorables personajes construidos con todos los matices del carácter humano.
(Boston, 1809-Baltimore, 1849) vivió una vida marcada por la necesidad y la desgracia: huérfano desde muy pequeño, escritor profesional con constantes altibajos económicos, viudo tras el fallecimiento de su joven esposa, su prima Virginia Clemm. Pero su obra sentó las bases de la literatura del futuro. Si el genio es la capacidad de «crear un tópico nuevo», como afirmaba Baudelaire (que lo tradujo y vivió poseído por este «escritor de los nervios»), de Poe surgen las reglas más fecundas de la literatura moderna. Por ejemplo, las del flaneurismo y el individuo perdido entre las masas de las ciudades. O las del cuento de terror psicológico, del que fue maestro en piezas célebres como «La caída de la Casa Usher» o «El corazón delator». O los elementos que definen el género policíaco, con las historias protagonizadas por Auguste Dupin, el primer detective. Poe fijó incluso las claves de una poesía moderna, urbana y «desromantizada» que da pie a las vanguardias del siglo XX y llevó a Stéphane Mallarmé a definirlo como «el dios intelectual de su siglo». Su muerte, con apenas cuarenta años de edad (¿alcoholismo?, ¿sobredosis?, ¿suicidio?), sigue siendo un misterio.