Nació el 24 de julio de 1802 en Villers-Cotterêts, Aisne, Francia. Su educación fue más basada en las lecturas, especialmente de aventuras de los siglos XVI y XVII, que realizó con profusión mientras trabajó con el Duque de Orleans, en París. Era también un asiduo concurrente a las representaciones teatrales y sus primeros escritos fueron obras de teatro. Fue un escritor muy prolífico, publicó alrededor de 1.200 volúmenes, aunque se supone que muchas de ellas fueron escritas en colaboración con otros escritores menores. Obtuvo por sus publicaciones enormes ingresos, pero apenas alcanzaban a pagar sus gastos, lo que lo llevó a terminar sus días prácticamente en bancarrota. Murió el 5 de diciembre de 1870.
(Boston, 1809-Baltimore, 1849) vivió una vida marcada por la necesidad y la desgracia: huérfano desde muy pequeño, escritor profesional con constantes altibajos económicos, viudo tras el fallecimiento de su joven esposa, su prima Virginia Clemm. Pero su obra sentó las bases de la literatura del futuro. Si el genio es la capacidad de «crear un tópico nuevo», como afirmaba Baudelaire (que lo tradujo y vivió poseído por este «escritor de los nervios»), de Poe surgen las reglas más fecundas de la literatura moderna. Por ejemplo, las del flaneurismo y el individuo perdido entre las masas de las ciudades. O las del cuento de terror psicológico, del que fue maestro en piezas célebres como «La caída de la Casa Usher» o «El corazón delator». O los elementos que definen el género policíaco, con las historias protagonizadas por Auguste Dupin, el primer detective. Poe fijó incluso las claves de una poesía moderna, urbana y «desromantizada» que da pie a las vanguardias del siglo XX y llevó a Stéphane Mallarmé a definirlo como «el dios intelectual de su siglo». Su muerte, con apenas cuarenta años de edad (¿alcoholismo?, ¿sobredosis?, ¿suicidio?), sigue siendo un misterio.