El 13 es un número que nunca es casualidad Dice Ricardo Asemborn que el número de cuentos fue solo casualidad. No hay que creerle. El 13 es un número mágico, de cábala. El 13 es un número que nunca es casualidad… Uno entra a este manojo de cuentos tal vez predispuesto a no encontrarse con sorpresas, esperando lo sombrío de su anuncio y tampoco hay que creer mucho en eso. La trampa está ahí, solapada, y uno lo entiende recién cuando termina de leerlos. Trece cuentos sombríos nos va llevando de las narices por donde quiere el autor, con maña, con astucia, con sapiencia. Los relatos son retazos de varias vidas que los protagonistas parecen vivir para que nosotros las entendamos y las hagamos nuestras, aunque no tengan el final deseado de esperanza. O tal vez sí. Ahí está la astucia, la sapiencia. Alguna narración podrá gustar más que otra. Eso va con lo que el lector ande buscando cuando lee. Pero cuando relea, la narración que antes dejó un regusto ahora deja otro. Aquí es cuando Ricardo Asemborn muestra su maña de buen escritor. Que el lector no se deje engañar por la pereza de una sola lectura. Hay que releer este libro, sacarle el jugo que esperamos y el que no esperamos, que viene como un regalo. Trece cuentos sombríos es uno de esos libros que uno va a dejar siempre al alcance de la mano para volver a saborearlo cada tanto. Uno no va a querer prestarlo por temor a que no se lo devuelvan.